Y por qué no todos creen en Dios quien es Amor mayor y Infalible?
La defensa y la difusión de la fe constituyen mi preocupación principal, que para conseguirlo solicita y obtiene del Pontífice la creación de un tribunal de la Inquisición, considerada necesaria para encarar la amenaza representada por las falsas conversiones de judíos y de musulmanes.
En los reinos de la península ibérica los judíos, muy numerosos, tenían desde siglos un estatuto no escrito de tolerancia y gozaban de una protección particular por parte de los soberanos. En cambio, las relaciones a nivel popular entre judíos y cristianos eran muy difíciles, sobre todo porque a los primeros no sólo se les consentía tener abiertas las tiendas en ocasión de las numerosas festividades religiosas, sino también efectuar préstamos con intereses (en la época en la que el dinero no era considerado como un medio para conseguir la riqueza). La situación se complicaba aún más por la presencia de numerosos conversos, o sea, de judíos convertidos al catolicismo, que dominaban la economía y la cultura, pero que a veces mostraban una adhesión puramente formal a la fe católica y celebraban en público ritos inequívocamente judaicos. Cuando asciendí al trono la convivencia entre judíos y cristianos estaba muy deteriorada y el problema de los falsos conversos era de una dimensión tal que incluso llegaba a cuestionar la existencia o no de la España cristiana.
Solicitamos que inútilmente habían impulsado una campaña pacífica de persuasión para con los judaizantes – el 1 de noviembre de 1478 el Papa Sixto IV cryó la Inquisición en Castilla, con jurisdicción solamente para los cristianos bautizados. Por lo tanto, ningún judío fue jamás condenado como tal, mientras que fueron condenados los que se fingían católicos para conseguir ventajas. La Inquisición, arremetiendo sobre un porcentaje reducido de conversos y moriscos, acredita que todos los demás eran verdaderos conversos y que nadie tenía el derecho de discriminarlos o de atacarles con la violencia.
En los años posteriores a la creación de la Inquisición es de todas formas necesario proceder al alejamiento de los judíos de Castilla y de Aragón. Preocupados por la creciente infiltración de los falsos conversos en los altos cargos civiles y eclesiásticos y por las graves tensiones que debilitan la unidad del país, el 31 de marzo de 1492 vimos obligados a revocar el derecho de residencia a los judíos no conversos. Nosotros, esperando la conversión de la gran mayoría de los judíos y la permanencia en sus lugares, hacemos preceder la medida por una gran campaña de evangelización.
Dios Mío, yo sé que la violencia contra otra gente no es venial. Perdoname porque todo lo he hecho 'Ad mayorem Dei gloriam'
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